Cuando éramos pequeños, a veces queríamos algo, y si no lo obteníamos, lo podíamos “apurar” con una buena “pataleta”. Ese comportamiento se conectaba con nuestra visión infantil de entender el mundo.
En la adultez, si alguien tiene un comportamiento infantil, asuma que en dicho momento ese adulto se encuentra conectado con su edad más temprana, y está repitiendo patrones.
El “lo quiero ahora” es la gratificación inmediata y afecta nuestra visión de largo, mediano y corto plazo. El primero que usó el término “gratificación instantánea” fue Sigmund Freud y asocio esta noción con “Lo quiero ahora” como concepto .
Sin duda, una recompensa instantánea es mucho mejor que una que pudiera lograrse en más tiempo. Sin embargo, el “Lo quiero ahora” impacta en las metas y objetivos, en la relación con las personas, en la salud, en cómo se ve el mundo, entre otras cosas.
Los puntos más relevantes son la necesidad de control, egoísmo, baja inteligencia emocional y ausencia de pensamiento sistémico. Por ello, es recomendable considerar que hay metas y objetivos de mediano y largo plazo, así como otras que no dependen por completo de la persona. Pues además, tener una conducta asociada a la expectativa de una recompensa inmediata puede generar mucha frustración y ansiedad.
Se han hecho experimentos sobre el tema, donde si una persona hace algo ahora, gana X, pero si espera una semana, por ejemplo, gana X+10 %. Y aunque parezca increíble, la mayoría de las personas prefiere recibir X de forma inmediata en lugar del beneficio mayor pero que requiere esperar una semana.
Ganar consciencia sobre cómo funciona nuestra mente en cuanto a la gratificación, nos ayuda a manejar mejor nuestros estados internos. En su defecto, existe una gran probabilidad de generar estrés y altos niveles de ansiedad.
Por lo tanto, será bueno tener bien definidas las fronteras de las metas y objetivos de largo, mediano y corto plazo, ajustar las expectativas y también saber cuánta injerencia tenemos sobre lo que queremos lograr.
