
Todos en la empresa la veían como una CEO (Chief Executive Officer, un cargo equivalente a Gerente General) brillante, sagaz, dura, insensible, irascible, inhumana, vengativa, fría y calculadora, capaz de hacer lo que fuera para ganar, pero sobre todo la reconocían por su gran pragmatismo.
Ella venía de una familia caracterizada por su físico tipo “rellenito”. Incluso podría decirse que ella era la que más disfrutaba la comida, por lo que siempre excedía el peso suficiente para verse simplemente gordita.
Además, desde pequeña había sentido mucha ansiedad por destacarse como la mejor en el área académica y eso no la ayudaba en nada a controlarse con la alimentación.
Culpa del papá, se decía ella, quien siempre con una mirada severa hacía un intercambio de amor versus buenas notas, por supuesto que de forma inconsciente.
Un poco a causa de su físico la habían discriminado en el colegio y tenía muy pocas amigas.
En realidad, más que discriminar, a ella de frentón le hacían bullying. No era un bullying violento ni agresivo, sino más bien de tipo psicológico, pues la llamaban “la gordita esa” o “la gordi” y otros apelativos que le dolían bastante en aquel entonces. Había un compañero que era especialmente pesado y que cada vez que podía la buscaba para molestarla y hacerse el divertido a costa suya.
Por lo mismo, ella tampoco había tenido muchos amores, solo dos breves relaciones. La primera fue con una chica nueva, que recién llegada al colegio se arrimó a ella al no conocer a nadie, y de quien se enamoró perdidamente, pero la chica se cambió de colegio al año siguiente y nunca más la vio. La segunda fue con un chico muy ingenuo, aunque buen tipo, al que también le había perdido la pista.
En la universidad le hicieron mucho menos bullying y logró librarse de que la llamaran “gordi”. Los tipos andaban tan fumados que le daban igual. Solo quería terminar la carrera a la brevedad, sacar las mejores notas, y salir con el mayor reconocimiento posible.
En su primer trabajo le fue muy bien aunque no le gustó mucho, pues consistía en hacer cosas rutinarias y se dio cuenta de que ahí no aprendería nada, por lo que decidió irse a otra empresa.
En su segundo trabajo también estuvo marcando el paso un buen tiempo, pero poco a poco se deshizo de las trabas que le impedían tomar más desafíos y pudo mostrarse en toda su eficiencia hasta que le ofrecieron trabajar en ventas.
En esta nueva área le fue sensacional, así que tres años después la promovieron a Directora de Ventas, y tras solo dos años en el cargo le ofrecieron el puesto de CEO. La empresa se dedicaba a comprar otras empresas en quiebra, aprovechando el bajo precio que tenían y la desesperación en que estaban sus socios, a lo que sabían sacarle una altísima rentabilidad.
Ya tenía cerca de dieciocho años de experiencia en el mundo laboral y claramente ese cargo le quedaba como anillo al dedo por su personalidad.
A partir de un nuevo negocio, tenía programada una reunión para conocer a la junta directiva y principales propietarios de una empesa que estaba lista para quebrar; y lástima, se dijo ella, pues justo no había alcanzado a leer los dossiers acerca de los dueños y directivos con que debía encontrarse, pero como su asistente manejaba todo a la perfección, sabía que el proceso resultaría bien.
Apenas entró a la sala de reuniones reconoció a las dos personas que la esperaban: ese excompañero que se creía muy divertido cuando le hacía bullying en el colegio, y que le había causado tantos malos recuerdos de infancia, y, sentada a su lado, ella, el amor de su vida, con quien solo pudo compartir un año durante su adolescencia.
De inmediato los saludó como excamaradas y colegas que habían sido y se hicieron preguntas de rigor hablando de algunos compañeros y profesores.
Los socios, y ahora pareja, le contaron que después del colegio y universidad se reencontraron en un trabajo, empezaron a pololear y luego se casaron.
Él, muy compungido, le pidió que, por favor, en aras de la amistad que los unía, intercediera en su empresa para que no los quebraran ni liquidaran, pues ese negocio era todo para ellos.
Ella cerró sus ojos por un par de segundos. Al abrirlos vio la imagen de su eterna amada implorándole ayuda solo con la mirada.
Nuevamente cerró sus ojos, y en cuanto los abrió, vio la imagen de él haciéndole bullying.
Entonces, volvió a mirar a ambos, y dirigiéndose solo a ella, le dijo:
– Por ti haría todo.
