El Orgullo (y Algo Sobre El Respeto y La Dignidad)

Primera Parte por Paul Anwandter

Publicado originalmente en Pnlnet.com

Estas palabras han generado pasiones, guerras; desunido y unido países, familias, amistades. Así también, han creado nuevos vínculos y modificado identidades.

Las analizaremos de forma individual, sin las consideraciones de los efectos en el comportamiento humano, cuando son combinadas entre sí.

De igual manera, dejaremos de lado cómo el Orgullo, el Respeto y la Dignidad cambian según sean empleados en contextos transpersonales, donde el Alma y el Self Somático tienen, a lo menos, el mismo grado de importancia que la mente y el Self Cognitivo.

En pocas palabras, dejaremos fuera, lo que podría ser considerado el empleo en un contexto religioso.

Cuando pensamos en el Orgullo, estamos, de una forma u otra, hablando de la autoestima de una persona.

La persona, al pensar sobre sí misma, genera una imagen (podríamos considerar que también esto ocurriría en otros canales perceptuales y, por lo tanto, decir que se dice y/o se siente) de la idea que tiene de lo que es y en esta imagen, encontrarnos una serie de atributos que han sido establecidos en base a evidencia estadística de la persona.

Esta evidencia puede ser verdadera o no para otros, en base a los significados que esta misma persona atribuye a cada evento.

De todas maneras y, en general, para cada persona esta evidencia se establece como verdadera y “mapa pasa a ser territorio”.

Por lo tanto, si creo en algo, quiere decir que esto es verdadero para mí.

Ahora bien, pudiera darse el caso de que creo en algo, que definitivamente sé que no es verdadero, pero, si eso ocurre, soy yo mismo quién está asumiendo la verdad de lo “no verdadero” como un hecho.

Esto es independiente de si la información ha sido generada por mí mismo o por otra persona. Siempre es el “Yo” quien valida lo que es o no es.

Por ejemplo, si creo que “soy” muy capaz, o sea, considero, a nivel de mi identidad, un comportamiento para establecer esa creencia sobre mi autoimagen, emplearé información relacionada con lo que he hecho hasta ahora.

Con ésta sacaré los datos, para concluir si soy o no capaz. Pudiera darse que tengo estándares muy elevados o muy bajos. De esta manera, llegaría a la conclusión de “como soy”, más en términos de mis estándares preestablecidos, que de las estadísticas compartidas por un grupo, dentro de un contexto específico basado en datos concretos.

Así, independientemente de cómo me comparo con la generalidad de las estadísticas existentes, éstas servirían sólo como un marco de referencia; sin embargo, lo que realmente emplearé serán mis estándares, para decidir quién soy.

También, si como metaprograma, en el contexto que estoy, empleo mucho más referencia externa que interna, tendríamos algo similar a lo señalado anteriormente, con la diferencia que mi opinión es secundaria para aquel a quien le he entregado el poder para discriminar sobre mi identidad.

Cuando una persona permite que la opinión de otra persona prime sobre la suya, u opine sobre ella misma, es esta misma persona quien ha decidido tal posibilidad, nuevamente, por ya tener una idea de que aquella posee más requisitos para generar válidamente las opiniones o datos referidos.

En general, tendríamos que la persona empleará evidencias sobre sí misma y también sobre la eventual opinión de otros, sin necesariamente confirmar cuál es la opinión de éstos, haciendo muchas veces lecturas mentales de lo que ellos pudieran estar pensando sobre su propia identidad.

Al existir una situación y experiencia en la que alguien le dice a otra persona algo que “la hiere en su orgullo”, lo que tendríamos es una comparación entre lo que es su auto imagen, y lo que se le está informando.

En ese momento de constatación de dos “imágenes”, la persona entra en un conflicto para aceptar cuál es la imagen verdadera.

En este punto es donde existe el “sentirse” herido (kinestesia) debido a la paradoja que se ha generado.

La paradoja tiene que ver con las creencias establecidas al tener la auto imagen, en donde la persona (ahora herida) suponía que existía una apreciación similar por parte de las otras personas de lo que ella veía de sí misma.

El primer descubrimiento es que la autoimagen de su Self (del Sí Mismo) no es igual para las otras personas.

La segunda parece más “obvia”, pero no lo es tanto, pues, en la medida que no se le había comunicado, y, no lo tenia consciente, no se le había hecho explícito que este otro Self es discrepante de su propio Self.

Por lo tanto, ya no existe un solo Self para ella.

La paradoja reside en que independiente que la persona decida que está en lo correcto en aceptar su Self como único y verdadero y el otro Self como erróneo o falso, el hecho es que está pensando en la existencia de dos posibles Selfs (o sea – que, realmente, no sea quien crea que es o, que, no logra hacer que otros la vieran como quisiera, pues ése es su Self real).

En resumen, en estos dos Selfs, a lo menos, existe el que yo creo que soy y el Self que yo creo que no soy, o Self negado.

El Orgullo, asociado a lo que es autoestima, influye enormemente en las interrelaciones de las personas, siendo, como todo significado, contexto-dependiente.

Eso implica que si alguien, tiene un concepto de autoestima alto, creyéndose merecedor de lo mejor, no aceptará para sí algo que se encuadre en un nivel de expectativas inferior de lo que su autoestima le dice que es aceptable para él.

El Orgullo como autoestima posee, claramente, una estructura de criterios que permite tener identificados los umbrales y límites de lo que es bueno, malo, aceptable, razonable y negociable para el individuo.

Por ejemplo, cuando se le ofrece un empleo a una persona, que luego rechaza, pues piensa cómo va a aceptar ese tipo de trabajo – y se dice que “eso no es para mi” o, “¿cómo YO voy hacer ese trabajo?”.

Esto puede ocurrir en la medida que el soporte social que existe en torno a la persona le permite tomar ese tipo de posición, sabiendo que tiene cómo vivir, pues, de alguna forma, alguien, de acuerdo o no de acuerdo con ella, está respaldando su decisión de no aceptar dicho trabajo que ella considera inferior.

Por el contrario, pudiera ser que se le ofrezca un trabajo, del cual se sintiera muy Orgulloso, independiente de que después lo acepte o no por otros criterios y/o razones.

Existen situaciones en las cuales las personas no aceptan que se les diga alguna crítica, pues sienten que eso no es aceptable y que no lo merecen escuchar. Así como también, nos da placer escuchar todas las cosas buenas que pueden hablar sobre nosotros.

En algunos casos, el exceso de Orgullo o autoestima, deriva en lo que llamamos arrogancia (una persona arrogante). Esta llega a excluir a otras personas en cuanto a consideración y empatía, para, de alguna forma, demostrar su superioridad y centrar lo que sea que esté ocurriendo, como eje de conexión con su Self.

Me gustaría hacer notar que esa comparación, a nivel de Identidad, o sea yo pertenezco a otro nivel, clase o tengo atributos muy superiores a los tuyos, tiene como marco de comparación el grupo social en el cual estamos y asume que pertenecemos a otro grupo (mejor o peor).

Como extremo de esta idea, si esta persona se encontrara hipotéticamente sola en el planeta, vería lo poco adecuado que es su posición relativa de ser mejor o peor; esto dejaría de tener sentido una vez que estuviera sola (por lo tanto, sin marco de referencia para ser comparado con otro grupo social o persona).

En algunos casos, la satisfacción personal que se experimenta por algo propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso, hace que otros, por ejemplo, nuestros padres, se sientan orgullos de sus hijos, pues éstos aprobaron el examen, o, ahora, son médicos, abogados o personas que han logrado éxitos en la vida.

El tener orgullo por relaciones tiene que ver también con la autoestima, donde la persona que genera el estado de orgullo, de forma inmediata, se hace partícipe del hecho por amistad, línea familiar o algún tipo de relación.

Han escuchado cómo, en alguna ocasión, alguien dice: “sí, yo soy amigo (o estuve) con el político/artista o tuve la ocasión de conocerlo y compartir con él”. La persona que está comunicando este hecho siente que posee un motivo de diferenciación al tener algo que ha experimentado de forma adicional a otros, y, por ende, siente que está aportando un diferencial positivo, a través del cual se le asigna reconocimiento, lo cual a su vez aumenta su autoestima.

En innumerables ocasiones, deben haber visto, en los medios de prensa, la forma de comunicarse de ciertos artistas o deportistas. La valoración por parte de sus seguidores o fans, hace que ellos demuestren arrogancia, soberbia, altivez que proviene, sin lugar a dudas, de la admiración que perciben desde su público hacia su persona.

Una característica muy interesante del Orgullo es cómo éste va cambiando en el ser humano, dependiendo de su género y edad.

Para un niño, probablemente hasta pre-adolescente, para quien es muy importante ser aceptado por sus pares, cualquier señal que reciba de éstos y que venga a menoscabar su autoimagen, generará una “herida” en su Orgullo.

Pudiera ser que dijeron que es muy chico, grande, flaco o gordo ( en relación a su grupo), así como que es “pata de palo” ( malo para el fútbol)y otras cosas de mayor calibre (para él).

Esto que fue recibido por el niño, será, sin duda, percibido de una forma diferente por el adolescente, el pre-adulto el adulto, y el adulto mayor.

Si a un adulto le dicen, que es “malo para el fútbol” lo más probable es que sonría y que lo acepte como una “realidad” consolidada, más que una herida en su orgullo. Claro, depende del adulto…; el mismo mensaje anterior, recibido por una niña, pudiera ser considerado motivo de una sonrisa o de preguntarse qué sentido tiene que me digan eso.

Con el desarrollo de los mapas de las personas, a través de las distintas etapas de la vida, y dependiendo de cómo esos mapas se van estructurando, en general, cada mensaje es resignificado de una manera distinta.

Influye enormemente para la aceptación o no, la crítica que menoscaba o realza la autoimagen.

Pueden ver en los procesos de enamoramiento, matrimonio, aceptación para ingresos a clubes, aceptación de amigos, que existe, de alguna manera implícita, el estar con el otro, en función de nuestro propio Self.

Han escuchado cómo un(a) adolescente dice: “cómo voy a salir con fulano(a)?” No sólo tiene que ver con sus preferencias, sino también, en cómo acepta para sí mismo el salir con un chico(a) que esté de acuerdo con su autoimagen. Esto hace que se “sientan” muy orgullosos de sí mismos si están saliendo con el chico(a) buen(a) mozo(a) o simpático(a), dependiendo de qué criterios emplea o son valorados por su grupo.

Segunda Parte por Paul Anwandter

Publicado originalmente en Pnlnet.com

Sin embargo, hay personas que permitimos que traspasen esas fronteras y, al mismo tiempo, que nos visiten y que, de alguna manera se aproximen a conocernos tal cual como creemos que somos.

En este caso, cuando estamos con alguien a quien se lo hemos permitido, podriamos aceptar que nos dijera muchas cosas, sin que necesariamente eso nos hiera o menoscabe nuestra autoimagen.

Eso ocurre porque esa persona se encuentra dentro del margen interno de nuestra frontera . Comparte con nosotros la misma imagen, por lo tanto, cuando nos diga algo, en realidad, no nos va a sorprender y no existirá un choque de la autoimagen con otra posible, como una buena o una mala. Sólo existirá la imagen supuestamente “no buena”, que, por otro lado, sabemos que existe, pero que la tenemos, de alguna forma, escondida.

C. Jung, de alguna manera, identifica a esta parte nuestra que tiene cosas no buenas y que sabemos que existe, pero que negamos, como nuestra “Sombra”.

Otro punto interesante a considerar son las fronteras de lo que es aceptable y tolerable para el Orgullo y cómo se dan esos procesos de negociación.

Por ejemplo, si le pidiéramos a una persona hacer alguna actividad que lo haga sentirse ridículo frente a miles de personas, tal vez, no lo haga.

Sin embargo, si se le pagara una buena cantidad de dinero o lograra, con una exposición pública que, a posteriori, le permita aprovecharse, ciertamente lo hará.

Pueden reconocer, inmediatamente, muchísimos programas de televisión en donde ocurre esta situación.

En el caso anterior, existe una “negociación” de que ese comportamiento, a pesar de ser ridículo, eventualmente, ya no vendría a ser un menoscabo de su autoimagen, convirtiéndose en motivo de Orgullo, debido al anhelo de muchos de estar en la misma situación.

Diferente sería cuando la persona realmente tiene que hacer algo que va contra su autoimagen y no percibe ningún valor en ponerse en una situación que va contra su identidad.

En este plano entraremos en lo que serian valores máximos que no pueden ser quebrantados y que, eventualmente, de alguna manera, algunas personas sí los quiebran.

Por ejemplo, en el caso de romper las barreras de lo tolerable según las reglas sociales, podríamos tener como ejemplo la prostitución, que para la gran mayoría de las personas sería un motivo de “vergüenza” (o, ¿el otro lado del Orgullo?) como comportamiento y, que, en este caso, pasa a ser justificado, por ser una posibilidad de poder ganar más dinero que con otra actividad. Por otro lado, la persona que ejerce la prostitución, sabe que eso es mal visto por la Sociedad, teniendo que esconder lo que hace, en general, pues no es motivo de Orgullo.

Cuando el Orgullo es asociado a la preferencia “me gusta que otros sepan lo que yo hago”, tenemos claramente que la actividad que realizo, mejora mi autoimagen.

También tenemos que hacer notar que el Orgullo, viene a ser un juicio y, como tal, es dependiente del contexto.

Otro punto interesante a considerar es el transitar entre “estar Orgulloso de X” y pasar a “estar herido en mi Orgullo” o “ya no tengo más orgullo de X”.

De forma coloquial, cuando se menciona algo relacionado con el Orgullo, se hace, generalmente, como si siempre fuera un todo. Sin embargo, tiene que ver con algo específico, proveniente de un subconjunto de valores, que, posteriormente, es generalizado.

Como en uno de los ejemplos anteriores, “como me ofreces este trabajo que no es para una persona como yo” (algo puntual, en un contexto especifico), “me siento herido en mi orgullo” (algo a nivel de identidad y bastante total).

El orgullo muchas veces está asociado a la altanería (sentimiento de superioridad sobre los demás), la altivez, la arrogancia y la soberbia.

Por otro lado, tenemos que el Respeto es un concepto que define la percepción de la actitud de alguien, asociada al miramiento que se adopta frente a otra persona o algo. Este concepto tiene relación con el juicio de valor que alguien pudiera tener (o no tener), sobre las personas, ideas, identidades, comportamientos u otros asuntos.

Por ejemplo, podría decir que “tengo mucho respeto por mi profesor de Matemáticas” (considero que se esfuerza mucho y que hace clases excelentes). Pero no tengo respeto por el de Artes (es muy perezoso).

También podría decir que tengo mucho respeto por la Ciencia, sin embargo, no tengo respeto por los programas de la TV que ridiculizan a las personas, a pesar que éstas están de acuerdo con ello.

En algunas situaciones, el Respeto está asociado al miedo o prevención que se tiene por alguien o algo.

Si alguien tiene mucho Respeto a la montaña, lo que, en realidad, quiere decir es que si al subir una montaña, no toma ciertas consideraciones de preparación básicas, podría encontrarse envuelto en un accidente.

Otro significado de Respeto está asociado a formas de relacionarse dentro de ciertos esquemas protocolares, como por ejemplo, “iré y le presentaré mis respetos al Dr. Z”.

El Respeto, en términos neurolingüísticos, es una nominalización, y, como tal, está “congelando” un proceso, el proceso de respetar y ser respetado.

Bajo ese aspecto, en algunas situaciones, lo asociamos a la identidad de la persona, pero, en otras está directamente conectado con el comportamiento.

Por último, un significado adicional para la palabra Respeto está asociado a las acciones que alguien puede desarrollar, para que a través de ellas, logre ser “respetado”, o sea, considerado por otros a través de un comportamiento o de creencias, que, eventualmente, podrían después estar asociadas a su identidad.

Tanto de forma consciente como inconsciente, empleamos criterios para emitir juicios y con éstos, generamos “rankings” o “clasificaciones” de nuestros valores.

Así, yo pudiera “respetar” mucho a alguna persona en la medida que lo que hace (comportamiento) está clasificado de forma máxima, según mi escala de valores.

De igual forma, si cierta persona presenta valores tales como bondad, inteligencia, etc. que para mí son muy importantes, le daré una ponderación altísima y, con eso, ganará mi Respeto.

Yo puedo respetar a alguien por lo que hace y no por lo que es, así como también, puedo respetar a alguien por lo que es y no por lo que hace.

La afirmación anterior, relacionada con el respeto, viene a poner en jaque la afirmación de que somos lo que hacemos y hacemos lo que somos, pues, en este caso, el Respecto no incluye a la persona como Ser-Hacer o Hacer-Ser, pero hace una clara diferencia.

Un ejemplo de esto sería el famoso jugador de fútbol Maradona. Quienes respetaban su juego de fútbol (comportamiento y capacidad), no necesariamente respetan o justifican su comportamiento en la vida privada, como así mismo, probablemente sienten pena de cómo él es (identidad) en su vida personal.

Bajo este aspecto, existe también el Respeto asociado a Instituciones, por lo que representan y, en este caso, estamos hablando de cómo yo la clasifico en relación a otras.

Es interesante notar lo que ocurre cuando alguien dice que se le faltó el respeto a su persona (o a otra persona).

Esta persona cree que debiera haber tenido un miramiento o consideración que no ha tenido y, bajo ese aspecto, se siente ofendida.

El Respeto, como todo concepto asociado a un significado, es, por supuesto, también dependiente del contexto.

Alguien pudiera considerar que se le falta el respeto o que no, dependiendo de la forma cómo sea comunicada la experiencia que está ocurriendo o, quién lo diga, dónde lo diga y cuándo es dicha.

El respeto en cuanto a las personas, tiene, muchas veces que ver con la forma con la que nos movemos en el mundo, con protocolos previamente establecidos y que poseen significados implícitos relacionados con lo que significa ser respetado o no ser respetado.

En el fondo, el Respeto está también relacionado con las reglas que deben seguirse, para que los significados derivados del cumplimiento de éstas, estén de acuerdo con mis expectativas de lo que serían mis juicios.

Por otro lado, el concepto de la Dignidad está directamente relacionado con “la cualidad de ser digno”.

Tiene que ver con el comportamiento adecuado, según las normas contextuales existentes, apropiadas para quien ejecuta dicho comportamiento, para que, una vez ejecutado ese comportamiento, genere el “Respeto” correspondiente, o sea, el comportamiento digno se hace respetar.

También se asocia con algo que no tiene relación con valores monetarios, de extracto social o pertenencia, por ejemplo, alguien podría decir: “lo he perdido casi todo, pero conservo la dignidad”.

Es decir, todavía posee un comportamiento que es adecuado y que merece ser respetado como tal.

En algunas ocasiones, el concepto de dignidad tiene que ver con la excelencia o el realce de algo o de alguien.

Por ejemplo, la dignidad de una obra de arte o de alguien que ejecutó una obra musical, de forma digna.

Ocurre otras veces que la seriedad de las personas y su manera de comportarse están asociadas a la dignidad. Podría ser, por ejemplo, que alguien le dijera a una persona:”no pierdas la dignidad cuando te encuentres tu ídolo musical” o “cuando te enfrentes con tu jefe”.

Otra posibilidad para este concepto, es la asociación con el cargo honorífico de autoridad, cuando se puede decir, por ejemplo, “tiene la dignidad de una reina”.

En otras situaciones, el mismo cargo trae consigo el respeto de como debiera ser el comportamiento, por ejemplo, cuando hablamos de las dignidades eclesiásticas o los dignatarios de un país.

En ciertas situaciones se asocia la dignidad con el decoro, la gravedad, el honor y la integridad.

Como hemos analizado a través de estas páginas, el Orgullo, el Respeto y la Dignidad, vienen a ser conceptos muy importantes dentro de nuestra sociedad y tienen una influencia enorme en nuestra vida y sanidad mental.

Entender las subjetividades de los mismos y como cada uno de ellos puede ser tan variable, dependiendo del contexto en que nos encontramos, es una gran ayuda para todos, en la medida que nos permite entender mejor el mundo que nos hemos construido mentalmente y así, aproximarnos o mantenernos siempre y a paso seguro en dirección de una vida plena y feliz.