Publicado originalmente en Pnlnet.com
De ese resultado depende parte de nuestro futuro o, por lo menos, así lo creemos.
Entonces ocurre que aparece una voz interna y empieza a decirnos cosas como: “tú no lo lograrás”, “siempre te ha ido mal en momentos como éste”, “seguro que los otros lo harán mejor”, “soy tonto”, “soy flojo”, “no me lo merezco”, “no podemos ganarle a los jugadores de fútbol argentinos de locales”, etc. …
¿Les suena conocido o posible?
Esto ocurre debido a que una parte nuestra quiere que seamos exitosos y nos hace un llamado de atención para aquello que considera que es una falencia. Con eso, se supone, tenemos un llamado de alerta y lograremos lo que buscamos.
Nos sucede con frecuencia a muchos de nosotros. En realidad, nos sorprenderíamos si supiéramos la gran cantidad de personas que, en momentos de decisiones importantes para su vida, “algo” les pasa y… flaquean.
El resultado no se consigue y después vienen las explicaciones: “el tipo no me quería!”, “eso no era para mí”, “el árbitro nos robó” , etc…
Esa parte nuestra que nos está diciendo las “cosas negativas” (supuestamente ayudadoras) no sabe que “no” nos está ayudando con eso.
En ese momento, adentro de nuestra mente empieza a existir una lucha entre lo que yo estoy diciéndome en negativo y otros diálogos que van ocurriendo simultáneamente.
Tal vez existan desacuerdos, o diálogos que quieren expresar sus opiniones, en general contradictorias.
Estamos viviendo múltiples experiencias cuando en realidad solo debiéramos estar viviendo una: la realmente importante.
¿Qué hacer con el “Comité de Voces Ayudadoras” que se ponen a darnos opiniones JUSTO en ESE momento importante?
Lo mejor es tener consciencia de que si algo adentro de nosotros nos está haciendo algún comentario, lo aceptáramos, como si fuera la ayuda de un gran e “íntimo” amigo.
En seguida, ver cómo podríamos ayudar a ese amigo querido, para que logre lo que nos está sugiriendo, más que negarlo, evitarlo o no reconocerlo.
El origen de estas voces que nos quieren “ayudar” viene desde cuando éramos chiquitos y aprendimos tantas cosas que quedaron en nuestra mente inconsciente, las cuales después de forma automática empiezan a aflorar.
Son creencias, reglas y valores que aprendimos de nuestros padres, profesores y de aquellos que querían ayudarnos en el proceso de crecer.
El propósito sin duda es que debemos estar bien si lo escuchamos y hacemos lo que se nos solicita. Sin embargo, nuestra tendencia es hacer exactamente lo contrario: es negarlo.
Lo que muchas veces se consigue es ponerse en un estado emocional que nos lleva a tener un conflicto.
Las múltiples experiencias hacen con que la persona se disocie y no tenga plena consciencia de los recursos de lo que podría llamar “el mundo exterior”.
Al tener mi mente inconsciente más cosas que hacer, empieza a preocuparse no solo de la actividad principal como activad única, también inmediatamente hace proyecciones de como sería mi vida si el resultado fuera negativo.
Vivo aquello que temo y construyo de forma inconsciente el resultado. Esa simple proyección para el sistema emocional es considerada una realidad y, se hace presente con todas las consecuencias negativas posibles. En resumen, he construído el final negativo o malo.
Una profecía auto-cumplida.
Lo ideal es que nos digamos cosas que nos sean “ayudadoras” en positivo y que escuchemos las que nos llegan en “negativo”, aceptándolas como algo en lo cual debemos “ocuparnos” y trabajar para darles otra orientación con un resultado específico medible.
Por extraño que les pueda parecer, nuestro lado negativo, solo quiere algo positivo.